Este documento tiene que ver con el
“para qué y para quien”?, es decir, con la cuestión del “sentido” en los
sistemas. Un primer punto de vista puede ser que el sentido de la vida tiene
que ver con nuestras creencias, y por lo tanto con algo diferente a lo abordado
por la ciencia.
Sin embargo hay enfoques vinculados con
los sistemas (que expresan interrelaciones de la vida humana en un contexto
medio ambiental) que abordan esta cuestión. A grandes trazos:
-
·
En el caso del marxismo el comunitarismo primitivo (el origen de la
organización social de la humanidad) volverá -al final de la historia-
plenificado a través del desarrollo de las fuerzas productivas (la ciencia y la
técnica en su máximo desarrollo al servicio del hombre) y del desarrollo de la
conciencia a través de la praxis del socialismo que nos conducirá al comunismo.
·
En el caso del enfoque de la economía clásica no hay un “paraíso original”
(más bien es caracterizado como “primitivamente salvaje”) pero si hay un
progreso creciente –a través del libre mercado en un cuadro institucional
adecuado- que nos llevará a la abundancia y a la riqueza (vinculado con el
desarrollo de la ciencia y la tecnología) al final de la historia.
·
Para otros autores, como Francis Fukuyama, han planteado –en algún momento-
que el capitalismo (y lo socio-político vinculado con este sistema) es el “fin
de la historia”. Las alternativas (véase luego de la caída del muro de Berlín)
han fracasado. Por lo tanto “es lo que hay” y no podemos aspirar a nada mejor.
· En la Introducción de este blog hemos visto que hay autores, como Kenneth Boulding, que en el marco de la teoría general de los sistemas, plantean posibilidades de una evolución hacia escenarios mayores como el que denomina “trascendental”.
Si el planteo es que el sistema nos dé
un marco adecuado desde lo macro o contextual “hacia un mundo mejor”, tendremos
que discernir, de estos y otros enfoques, cuales nos puedan ayudar en esa
dirección.
El planteo de los clásicos sobre el
capitalismo, y en términos de lo señalado por Francis Fukuyama, para algunos
será “realista” y para otros “pesimista”. En la página de este blog donde se
plantea “el cómo”, se ha visto que, si bien el capitalismo ha tenido logros
notables en cuanto a progreso material, los costos (en términos de exclusiones
e inclusiones no satisfactorias de muchas vidas humanas y de
medio ambiente) son –en particular para algunas variedades de este sistema-
inaceptables para quienes deseamos alcanzar un “mundo mejor”.
El sendero entre el comunitarismo
original y el comunismo final, a través de sus variantes “revolucionaria” (en
particular marxista leninista) y “social democrática” (o gradualismo
reformista), requiere un análisis más pormenorizado (que no haremos aquí) donde
–según las distintas variedades y experiencias históricas- ha tenido notables
aportes hacia un mundo mejor y también notables horrores en dirección
contraria.
Quedan entonces planteos muy sugerentes
como el de Boulding (y otros), referidos a que hay una evolución en un contexto
mucho mayor en que creencias religiosas, enfoques holísticos y de la física
cuántica van en esa dirección. Si bien el que redacta este blog coincide con
estos enfoques, como hemos señalado en la página “a quien va dirigido este
blog” (en el párrafo sobre el enfoque de la posmodernidad), el
criterio que se adopta aquí es que las “partes de ese todo” tienen “grados de
libertad” y por lo tanto dependerá del sentido que le demos a nuestros móviles
y procesos para alcanzar o no resultados de un mundo mejor.
No quisiera terminar esta página del
blog sin plantear tres temas relacionados. El primero de ellos
es el reciente enfoque sobre la “economía de la felicidad”.
Como señala Victoria Giarrizzo (2012 Economía
y Felicidad, Existe vínculo?, FCE-UBA, http://www.econ.uba.ar/www/institutos/epistemologia/marco_archivos/ponencias/Actas%20XIII/Trabajos%20Episte/Giarrizzo_trabajo.pdf), si bien el concepto
tiene una larga historia, uno de los primeros trabajos empíricos sobre la
relación entre economía y felicidad fue Easterling (véase Easterlin, R.A.
(1974). “Does Economic Growth improve
the human lot?. Some empirical evidence”. En P.A David y M.W.Rider (eds) Nations and Households in Economic Growth:
Essays in Honor of Moses Abramovvitz. New York and London: Academic Press, y
Easterlin, R.A. (1995). “Will Raising the Incomes of all Increase the
Happiness of all?” Journal of Economic Behavior and Organization 27: 35-48).
También son muy valiosos los aportes de
Marita Carballo (2015, La Felicidad de las Naciones, Editorial
Sudamericana), N. Powdthavee (2007 Economics of happiness: A review of
literature and applications”, Chulalongkorn, Journal of Economics, 19 (1))
citado por Martín Tetaz (2014 Psychonomics, La Economía está en tu
mente, Ediciones B), los trabajos y blog de Sebastián Campanario: http://blogsdelagente.com/economiainsolita/, entre otros.
En base a lo expuesto el concepto de
felicidad que utilizaremos en esta página, parte del concepto aristotélico de
que la felicidad consiste en hacer el bien. Al respecto nos remitimos a lo
mencionado por Marita Carballo (en la obra que venimos de referenciar) citando
a M. Seligman (2003, La auténtica felicidad, Vergara, y
2011, Flourish, Nueva York, Free Press)) donde expresa, en la
página 68, que este autor “se concentra básicamente en la satisfacción con la
vida y la vida en un sentido más bien aristotélico, es decir asumiendo que todo
lo que hacemos apunta a ser felices”. Luego Carballo, en la página 69, indica
como Seligman pasa al concepto de bienestar (“well being”) que se compone de
“cinco elementos: emoción positiva (sentirse bien), compromiso (estar
completamente absorbido por su actividad), relaciones (estar auténticamente
conectado con los demás), sentido (propósito) y logro (sensación de plenitud
por haber alcanzado algo). Para fluir un individuo tiene que poseer esas cinco
características, y por lo menos tres de los seis elementos adicionales:
optimismo, autoestima, resiliencia, vitalidad y autodeterminación”. En esta
página intentamos retomar la cuestión de hacer el bien de Aristóteles y del
“sentido” vinculándolo con el bienestar y la felicidad donde están involucrados
los elementos mencionados.
El segundo tema tiene
que ver sobre el aspecto de si en el camino a este mundo mejor (en
caso de que lo compartamos) hay prioridades o no. El
criterio que aquí se adopta (vinculado a criterios como equidad, justicia,
solidaridad, compasión…) es que la atención de las personas más vulnerables y
frágiles y el medio ambiente más dañado deben tener prioridad.
Al respecto se consideran relevantes los
enfoques, y en particular las acciones concretas, vinculadas con el desarrollo,
en especial el desarrollo humano (para los conceptos básicos véanse links de
Naciones Unidas así como: https://en.wikipedia.org/wiki/Human_development_(humanity) ), el logro de
los Objetivos del Milenio planteados por esta organización (http://www.un.org/es/millenniumgoals/) y su continuidad con
los objetivos de desarrollo sostenible (http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/). Los medios e
instrumentos para llevar adelante el desarrollo requerirán de un adecuado
análisis e implementación evitando “atajos” (por ejemplo subordinando el
mediano y largo plazo al corto plazo en lo que se ha denominado “populismo”).
Si bien las crisis del sistema económico mundial y las reacciones “regresivas”
no sólo no colaboran sino que, muchas veces, van en dirección contraria a estos
planteos y acciones, será fundamental re-impulsar estas iniciativas –tanto en
lo social como en lo público-estatal- a nivel concreto y de detalle en lo
local, nacional, regional e internacional para ir hacia un mundo mejor
atendiendo las situaciones más extremas y graves.
El tercer tema es la
“aceleración del cambio científico-tecnológico” y las implicancias que ello
tiene. En la Introducción habíamos comentado la característica de “aceleración” y de creciente asimetría entre
destrucción y creación/cuidado que va teniendo el poder humano. Esto último es
lo que nos advierten referentes mundiales desde el Papa Francisco hasta
científicos como el caso de Stephen Hawking. En entrevistas y notas de este
último (véase por ejemplo: https://magnet.xataka.com/idolos-de-hoy-y-siempre/todo-lo-que-stephen-hawking-cree-que-puede-extinguirnos-durante-el-proximo-siglo) se
plantean algunas posibles escenarios pesimistas sobre la continuidad de la vida
humana en la Tierra.
Aunque alguno de estos
escenarios no se dé (sin duda dependerá de nosotros), hay cambios tecnológicos
como las impresoras 3D y la posibilidad de que pasemos a ser –en términos de
Alvin Toffler- “prosumidores” (prácticamente “de todo”) nos enfrenta a lo que
podríamos denominar un “Nuevo Neolítico” o un salto civilizatorio que excede el
de una nueva revolución industrial. Al respecto el interesante texto “Pasaje al
Futuro” de Santiago Billinkis (también comentado en la Introducción del blog)
nos plantea los desafíos de la redefinición de lo que denominamos trabajo,
ingresos (del salario al ingreso ciudadano), ocio y educación, entre los
principales.
Sino nos preparamos
adecuadamente y desde hoy, para que esto nos lleve a “un mundo mejor”
seguramente será “muy doloroso y peor”, y en un extremo nos conducirá al
destino que tuvieron los dinosauros en la Tierra.
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