ENFOQUE GENERAL
En una página anterior hemos planteado que en cada
época han habido distintas formas predominantes o
hegemónicas, pero también coexisten otras formas que responden a
otros móviles, procesos y resultados.
Esto se ha dado de distintas formas como por ejemplo:
· En
el ámbito personal y familiar se ha tratado de disociar el
mundo “externo” del “interno” propio o familiar. A veces esto no ha sido
posible. Vamos a citar sólo dos casos: 1) se supone que en este ámbito debe
prevalecer el amor, pero sin embargo desde una cultura patriarcal y machista el
referente varón predominante "dispone" -como si fueran objetos o
mercancías- tanto de la mujer como de los hijos. Esta sería una de las
explicaciones del femicidio, dado que las mujeres no son consideradas como
personas autónomas del “poder del macho”; 2) las familias que consideran
a los hijos como “una inversión a mediano plazo” que deben proveer un “retorno”
de atención a los mayores (no se enfoca desde una reciprocidad en el amor sino como
un contrato u obligación económica).
· En
los pequeños grupos desde un enfoque del compartir y de lo comunitario. La
pequeña escala humana es una condición “necesaria”, aunque no suficiente, para
que se puedan ensayar alternativas al mundo externo. Desde las comunidades
religiosas o laicas hasta las ecovillas, buscan esos caminos. Si esto tiene
éxito o no, dependerá de los liderazgos que se establezcan, de la composición
de los grupos, del contexto en el que les toque interactuar.
· Bajo
modalidades socioeconómicas más extendidas como los burgos que coexistieron un
tiempo con modalidades feudales hasta las corrientes economía social y
solidaria o economía pública (y/o mixta) como en el caso del capitalismo. Por
supuesto estas otras formas dependerán si son sólo “formas”
que encubren un capitalismo “encubierto” o si se mantienen fieles a su origen,
objetivos y prácticas diferentes. Ello dependerá de un discernimiento micro y
caso por caso.
HIJOS DE LA MODERNIDAD
El capitalismo emergió, luego del
mercantilismo, en el contexto de la época denominada
"modernidad". Las reacciones en esta época fueron principalmente: el
arte (por ejemplo la literatura de autores como Charles Dickens), el
sindicalismo, la economía social y solidaria, y el socialismo en sus distintas
corrientes y variantes.
Aquí sólo analizaremos brevemente el socialismo.
EL SOCIALISMO – COMO PALABRA Y COMO
DOCTRINA
La palabra socialista se remonta al siglo XVIII. Sin
embargo aparece impresa por primera vez en una obra de Giacomo Giulani en 1803.
En Francia A. Vinet la emplea para designar el universalismo católico en su
periódico Le Semeur en 1831. También el periódico Le Globe la utiliza en 1832
en la crítica de una obra de Victor Hugo para expresar el contenido humanitario
de esos poemas.
Como doctrina económica en Inglaterra aparece en 1827 en el
Co-operative Magazine. En 1835, bajo los auspicios de Owen, se forjó la
“Asociación de todas las Clases de todas las Naciones” que usó la palabra
socialismo y socialista en las discusiones que llevaron a su
constitución.
En Francia, Leroux lo define en 1833 (contraponiéndolo
al liberalismo individualista) como un sistema donde “se pone todo en común”.
Lo deriva del término latino “socius”: asociado. En 1847 afirma: “[...]
entendemos por socialismo la doctrina que no sacrificará ningún término de la
fórmula: Libertad, Fraternidad, Igualdad y Unidad”.
PAISES QUE, EN ALGÚN MOMENTO, SE
DENOMINARON
O DENOMINAN SOCIALISTAS
Albania, Angola, Argelia, Bangladesh, Benin (ex Dahomey),
Bulgaria, Burkina Faso (ex Alto Volta), Cabo Verde, Camboya, Congo, Corea
del Norte, Cuba, Checoslovaquia, Chile, China, Guinea-Bissau, Hungría, India,
Laos, Madagascar, Mongolia, Myammar (ex Birmania), Polonia, República
Democrática Alemana, Rumania, Senegal, Seychelles, Siria, Tanzania,
Yugoslavia, Venezuela, Vietnam del Norte.
Y de la ex URSS: Rusia, Ucrania, Rusia Blanca
(Bielorusia), Armenia, Azerbaidjän, Georgia, Turkmenistán, Uzbekistán,
Tadjikistán, Kazakistán, Kirguistán, Estonia, Lituania, Letonia, Moldavia.
Quien esté interesado en conocer más sobre la historia
del socialismo puede consultar, entre otras obras, el libro de Donald Sasson,
“Cien años de socialismo”, Ed. Edhasa, Barcelona, 2001.
SOCIALISMO CIENTÍFICO VERSUS SOCIALISMO
UTÓPICO
Marx y Engels, en su debate con la economía clásica,
buscaron fundar una “ciencia” con su enfoque del socialismo y el comunismo. Lo
hacen, no sólo tratando de ser rigurosos y objetivos en su análisis desde el
materialismo histórico, sino que también buscan un respaldo en el enfoque
evolucionista de Darwin. M. Rubel en la página 78 del tomo 1 de su
obra “Páginas escogidas de Marx para una ética socialista” (Amorrortu editores,
Buenos Aires, 1974) menciona la carta que Marx le dirige a Engels el 19 de
diciembre de 1860, donde le dice: “He leído de todo, entre otras cosas el
libro de Darwin sobre la selección natural. A pesar de su inglesa pesadez, este
libro encierra el fundamento biológico de nuestra teoría”. Esto
lo vuelve a reafirmar en una carta a Lasalle el 16 de enero de 1861.
El concepto de “socialismo científico” fue acuñado por
Engels para diferenciar el socialismo marxista de aquellos que no se basaban en
el materialismo histórico. A estos últimos lo denominaron “socialismo utópico”.
Sin embargo autores como D. Elson (ver: https://newleftreview.org/I/172/diane-elson-market-socialism-or-socialization-of-the-market) menciona algunos enfoques críticos
sobre el poco realismo de Marx (en particular en la esfera del intercambio) y
lo incluyen en “lo utópico”.
SOCIALISMO “A” REVOLUCIONARIO O
SOCIALISMO “B” CAPITALISMO CON UNA
INYECCIÓN DE SOCIALISMO
Existen muchas corrientes socialistas, además de las
que se vienen de mencionar. Sólo tomaremos dos: el socialismo revolucionario
(derivado del marxismo leninismo) y el que Thomas Marshall llama “socialismo B”
que es el enfoque gradualista y social-demócrata donde al capitalismo “se le
realiza una inyección de socialismo” (el mejor ejemplo serían los países
escandinavos a partir de la segunda guerra mundial).
En el caso de Marshall, véase el libro de José Nun “Democracia, Gobierno
del Pueblo o Gobierno de los Políticos” (-en particular los capítulos X y XI-
de la Ed. FCE, Buenos Aires, 2000) y respecto de esta última corriente la
Wikipedia la sintetiza de la siguiente manera:
“El término socialdemocracia apareció en Francia durante la revolución de 1848 en el entorno de los seguidores
del socialista Louis
Blanc. Karl
Marx lo utilizó en su célebre obra El 18
Brumario de Luis Bonaparte, cuya primera edición se publicó en Nueva
York en 1852, para designar la propuesta política del que llama
partido socialdemócrata formado tras las «jornadas de junio» por la unión de la pequeña
burguesía democrática con la clase obrera socialista. «A las
reivindicaciones sociales del proletariado se les limó la punta
revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigencias democráticas
de la pequeña burguesía se las despojó de la forma meramente política y se
afiló su punta socialista. Así nació la socialdemocracia». Según
Marx, en esta alianza predominaba la ideología de la pequeña burguesía: «su
carácter peculiar» estribaba «en el hecho de exigir instituciones
democrático-republicanas, como medio no para abolir los dos
extremos, capital y trabajo asalariado, sino para atenuar su antagonismo,
convirtiéndolo en armonía», o lo que es lo mismo, «la transformación de la
sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del marco de la
pequeña burguesía».
Sin embargo, según el marxista revisionista alemán Eduard Bernstein,
el término había sido acuñado tras la revolución de 1848 por el poeta
alemán Gottfried Kinkel. Y lo cierto es que el
primer grupo que se autodenominó socialdemócrata fue un
partido alemán fundado en 1863 por Ferdinand Lassalle con el nombre de Asociación
General de Trabajadores de Alemania (Allgemeiner Deutsche
Arbeiterverein) y cuyo periódico se llamó La Socialdemocracia.
Este grupo se fusionó en 1875 con el Partido
Socialdemócrata Obrero de Alemania (Socialdemokratische
Arbeiterpartei), de inspiración marxista, creado por Wilhelm Liebknecht y August Bebel en
1869, dando nacimiento al Partido Obrero Socialista de Alemania (Sozialistische
Arbeiterpartei Deutschands), que años después adoptó el nombre definitivo
que mantiene en la actualidad de Partido
Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands,
SPD). El nuevo partido intentó aunar las dos herencias de las que había
surgido, la lasselleana y la marxista, mediante el Programa de Gotha aprobado
el año de su fundación (1875) pero éste fue objeto de una dura crítica por el
propio Karl Marx —en un famoso opúsculo titulado Crítica al Programa de
Gotha—. Este decía que a la sociedad sin clases no se podría llegar con «lindas
menundencias» democráticas meramente «burguesas», sino tras un período de «dictadura del proletariado» que pusiera fin a la «lucha de clases». En efecto, en el programa de
Gotha se recogían objetivos de «raigambre lassalleana» como la
«organización democrática del Estado nacional que aceptara reformas
concretas como el sufragio universal, la milicia
popular, la educación obligatoria o la restricción del trabajo de
mujeres y niños», y en un plano más general, la finalidad última del reparto
igualitario del poder político, social y económico. Una posición reformista «volcada sobre todo en la acción
del Estado».
UNA BREVE SÍNTESIS SOBRE LA
EXPERIENCIA SOCIALDEMOCRATA
En el punto anterior hemos
mencionado a los “teóricos” del pensamiento socialdemócrata que emergieron a
fines del siglo XIX. En cuanto a su puesta en práctica podemos afirmar que
varios países del norte de Europa (por ejemplo el caso de Suecia) comenzaron
con esta experiencia luego de la revolución rusa de 1917 (tal vez por aquello
de que “no nos une el amor sino el espanto” que impactó sobre la burguesía,
junto con el crecimiento del proletariado).
Lo que se acaba de mencionar
es muy importante dado que estas dos condiciones (en particular por la
implosión de la ex Unión Soviética y por la disminución de la clase obrera
industrial) no existen más, y sin duda son parte del fenómeno explicativo de su
declinación. En el caso del “proletariado” se ha convertido en “precariado” (ver:
http://www.clarin.com/mundo/ee-uu-surgido-nueva-clase-social-precariado_0_BJckLqZsx.html o http://www.clarin.com/revista-n/ideas/zygmunt-bauman-sociolog-olvidados_0_r1Vr0AsLg.html) o
directamente en excluidos (con el consiguiente resentimiento y búsqueda de un
“salvador”). Por el lado del “enemigo
potencial” (la extensión de la revolución socialista) no ha sido sustituida por
la conciencia de que el “nuevo enemigo
(podría cambiarse la palabra “enemigo” por “desafío”) potencial” que se deriva –en
especial- sobre el tipo de
intervenciones militares como las realizadas originalmente en medio oriente
(que dieron origen a ISIS), las hambrunas de África (estos dos últimos hechos
con su correlato en migraciones), las grandes desigualdades y marginaciones y
el cambio climático por la acción humana derivada de un “crecimiento a
cualquier costo”.
También cabe destacar que el
estado de bienestar amplió la clase media (al garantizar universalmente las
pensiones, la sanidad y la educación), pero –en varios países y con el tiempo-
fenómenos de burocratización y de crecimiento –a veces- desmesurado del estado,
generó una brecha y desencanto en sectores medios (no así en los que quedaron
fuera del sistema) que le fueron quitando legitimidad a este proyecto. Esto fue
“capitalizado políticamente” por los sectores de altos ingresos que lograron
formar gobierno desmantelando (con distintos grados y según los casos) estos
beneficios, dando más incentivos fiscales a los sectores de mayores ingresos
para su inversión (impactados por la competencia industrial de China) y canalizando
una parte importante del gasto del Estado hacia la carrera armamentística
(desde la llamada “guerra de las galaxias” de Reagan hasta el actual presidente
de Estados Unidos).
Según autores
como Ariel Jerez Novara y Juan Carlos Monedero de la Universidad
Complutense de Madrid, agregan otras explicaciones (véase: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/S/socialdemocracia_crisis.htm) como las siguientes:
“El análisis de la crisis se centraba de
manera casi exclusiva en la pérdida de posibilidades electorales de los
partidos socialdemócratas, encontrándose ese necesario declive en la conjunción
de cuatro problemas (Merkel, 1994):
(1) el bloqueo de la coordinación keynesiana,
con la pérdida, merced a la internacionalización de la economía, de la
capacidad de los gobiernos nacionales para encarar las crisis económicas y,
especialmente, el aumento del paro (Sharpf, 1989);
(2) los cambios en la estructura social de
"clases medias", con la caída del empleo en la industria y el
crecimiento en el sector servicios, acompañados por la fragmentación de los
trabajadores como clase (Alonso, 1994; Ortí, 1992);
(3) la transformación de las preferencias
sociales, con la emergencia de los llamados "valores post materiales"
(Inglehart, 1977; 1991) o "post consumistas" -ser antes que tener-
(Riechmann, 1991) y el surgimiento de nuevos problemas de alianzas; aparición
de un nuevo "dilema electoral" entre los habituales votantes de la
socialdemocracia (vinculados a la clase obrera tradicional) y los nuevos
votantes (orientados hacia los valores post materialistas o post consumistas),
así como de novedosos conflictos surgidos a la hora de acompasar diferentes
sensibilidades o de lograr un renovado acuerdo corporatista;
(4) la pérdida de la ofensiva en el discurso,
motivado principalmente por la caída en desgracia del keynesianismo, eje de la
propuesta intelectual socialdemócrata; al tiempo, la renuncia a cualesquiera
referencias analíticas marxistas hacía patente la ausencia de explicaciones de
carácter global o de paradigmas explicativos alternativos”.
SOCIALISMO Y REVOLUCIÓN
En el libro “Revolución, léxico de política” de
Maurizio Ricciardi (Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2003, págs. 145 a 155) dice
que Marx pasó por tres fases conceptuales asociadas al concepto de revolución,
donde –al final- “esta dictadura revolucionaria, que debería coincidir con
el proceso de disolución de las leyes de la producción capitalista,muestra
el concepto marxista de revolución en su máxima apertura…” Si la “disolución de
las leyes” se toma desde un enfoque “institucionalista” se podría decir que
Marx sería un “institucionalista de izquierda” donde, tomando el control
absoluto del Estado (que se logrará vía el aporte que hace Lenin) y derogando
la ley de la propiedad privada de los medios de producción, se ingresaría en
una “praxis social” que generaría otra conciencia (el socialismo y luego el
comunismo).
La emancipación radical del ser humano, en particular
de los explotados (en el caso del capitalismo de la clase proletaria y el
“ejército industrial de reserva), pasaría por neutralizar al viejo amo (la
burguesía) sacándole el poder socio-económico y político y pasándoselo a “la
sociedad”. Aquí viene la cuestión de quien “representa a la sociedad” (un
partido, una vanguardia, un líder…) que a través de una autocracia controla la
pureza del proceso revolucionario.
EL PODER COMO LUGAR DE DOMINIO
NO SE PUEDE SOCIALIZAR
La mayor parte de las revoluciones han buscado
terminar con las injusticias. Esto es acorde con un mundo mejor. Sin embargo,
cuando el proceso histórico posterior está asociado con la emergencia de una
nueva clase, o de liderazgos autocráticos, la libertad se vuelve a restringir
seriamente y la rueda de la historia vuelve a plantear una nueva emancipación.
Si el poder como "sustantivo" relacionado
con un lugar de dominio no pasa a ser "verbo" como actitud y acción
de servicio, no hay emancipación posible de los quedan enmarcados en el “nuevo
esquema de poder”. Por lo tanto la promesa revolucionaria que pasa por la
concentración del poder como lugar de dominio y control no resuelve la cuestión
de "fondo" de la construcción de un mundo mejor.
INCENTIVOS MORALES MUY ELEVADOS E
INCENTIVOS MATERIALES DEMASIADO BAJOS
Al comienzo de la revolución cubana se discutió la
cuestión de los incentivos morales y materiales. Viendo retrospectivamente la
vida, obra y discursos del Che Guevara se puede concluir que dio testimonio
personal de una moral solidaria y revolucionaria muy alta que lo llevó a morir
por ella.
Ahora bien, se le puede pedir a la mayoría de los
seres humanos que, más allá de épocas excepcionales (un conflicto grave, una
calamidad, un contexto muy adverso…), puedan “todo el tiempo” vivir en
el sacrificio, el esfuerzo llevado muchas veces al límite, y –por otro lado-
con una situación económica muy ajustada y con una “recompensa” material muy
baja? Para quienes están en esta situación (y no en el poder del nuevo
escenario) la respuesta parece ser negativa.
Modificar esto significa necesariamente regresar al
capitalismo y a la vida burguesa? Si no se toman vías alternativas parece ser
el destino final de procesos socialistas fallidos (colapsados o del que sólo
tienen el nombre).
FINALMENTE
El socialismo, tanto revolucionario como el
socialdemócrata, tiene muchas vertientes conceptuales, expositores y
experiencias que no es posible analizar aquí.
De toda esta corriente, con sus distintas expresiones,
también habrá que analizar qué aportes concretos han realizado para alcanzar un
mundo mejor, y cuales se alejan decididamente de este horizonte. Al final del
blog se intentarán plantear algunos elementos.
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