Independientemente de cómo definamos el concepto de
“pueblo”, podemos afirmar que un mundo mejor es aquel donde el pueblo
(entendido aquí como la mayoría de la gente, y en particular quienes están en
una situación de mayor fragilidad), esté mejor respecto de su situación
socioeconómica y de calidad de vida anterior.
Sin embargo no cualquier camino nos lleva a estar
mejor en el tiempo y más allá del corto
plazo.
Se ha escrito mucho acerca del populismo.
Sintéticamente diremos aquí tres cosas:
·
Populismo en lo económico es resignar al corto plazo el largo plazo. Ello
implica que las medidas económicas a corto plazo producen una mejora pero no
son sostenibles en el tiempo en función del sistema socioeconómico y del nivel
de conciencia –en particular- de quienes lo lideran.
·
Populismo en lo político va asociado a un liderazgo que tiende (cuando no
directamente lo ejerce) a la autocracia, y por lo tanto contrario a un espíritu
y práctica democrática.
· Populismo a nivel ideológico, según el Papa
Francisco (ver: http://www.clarin.com/mundo/novedosa-condena-francisco-practicas-populismo_0_SJozuCzUl.html). Dice que “enemiga de la paz es la ideología que explota los problemas
sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que
hay que destruir. Desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen
constantemente en el horizonte de la humanidad. Haciéndose pasar por portadoras
de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí pobreza, divisiones,
tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte. La paz, sin
embargo, se conquista con la solidaridad”.
Por lo tanto si bien es una práctica frecuente en
diferentes países (tanto del norte como del sur) y “redituable políticamente a
corto plazo y asociada a renovaciones de mandato o a eternizarse en el poder”,
no nos conduce en el tiempo a un mundo mejor.
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